Difusión Difusa

miércoles, septiembre 07, 2005

Fernando Márquez

Conozco a Fernando Márquez, fundamentalmente, por sus canciones y por los escritos que cuelga en internet. Creo que, a través de estos textos,revela de manera sincera, muchos datos de su personalidad y su visión del mundo. Algo que es de agradecer, aunque lo que ya no lo es tanto es que esta visión resulta bastante exclusivista. No todos los mortales somos iguales y sólo algunos poseen las cualidades para ser especiales. Cualidades que, Fernando, parece deducir a través de la puesta en común de determinadas referencias culturales para iniciados. La verdad es que muchas de ellas se muestran interesantes pero, sumadas y conducidas de una manera artificiosa, no dan como resultado más que un mundo pedante que trata de sistematizar hallazgos casuales a modo de creencia exclusiva y excluyente.
Ciertamente, el mundo interior de Fernando y sus compinches es sugestivo, sobre todo en un momento como en el que vivimos, abducidos por la tele, que amplifica discursos rancios y vacíos, y no somos capaces de acercarnos siquiera a los hechos culturales. Donde la gente que nos rodea cada vez es más plana en todo aquello que conlleve a la reflexión, al pensamiento, no tanto crítico como de valoración personal, en el que el individuo busca referencias y trata de atar cabos para intentar entender la realidad en la que vive y el mundo que le rodea.
Hemos llegado a un punto que sólo conseguimos conectar con el resto de las personas, y eso quien lo consigue, claro, por el lado afectivo; porque coincidimos con ellas o nos gusta su manera de dar respuesta a los estímulos de la vida diaria y a los problemas cotidianos que lleva aparejada la convivencia con los otros. Creo que Fernando lo sabe y le cuesta reconocerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

saludo la difusión difusa y te agradezco la recomendación, aunque es una muestra algo antigua que no he actualizado desde hace bastante tiempo y del blog de cuauhtémc rodríguez, estoy de acuerdo contigo, lástma que no ha vuleto a él, porque su rigor y su profundidas se extrañan.