Difusión Difusa

jueves, enero 17, 2008

No abra nunca esa puerta, bajo ningún concepto

Existe un recurso literario, recogido luego por el cine, en el que al personaje protagonista se le deposita en confianza la custodia de un espacio pero se le prohíbe categóricamente el acceso a una determinada parte de éste, una habitación, que a veces es sótano, a veces la buhardilla, otras veces un ala entera (la famosa ala oeste).
Un espacio que guarda un secreto, a veces terrible.
Realmente no es más que la variación de la Caja de Pandora.
El cuento de Barba Azul escrito a finales del siglo XVII por Perrault, es un ejemplo perfecto de este recurso: Barba Azul entrega la guarda de las llaves de su mansión a su última esposa, pero prohibiéndole el acceso a una estancia.
El cuento parece no tener otra finalidad que la de condenar la curiosidad y la traición a la confianza. Pero lo que más me gusta de la historia es su sencillez circular pues, trás la puerta, no están más que los cadáveres de los que ya han abierto, previamente, esa misma puerta, tal vez curiosos o traidores, pero cuyo único delito es haber transgredido la norma absurda impuesta por la autoridad.

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