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viernes, septiembre 16, 2011

Rebuscadores


Lo que muestra Agnès Varda en Los Espigadores y La Espigadora (2000) ya lo había sintetizado crudamente Jorge Furtado en La Isla de las Flores una década antes, en 1989:
El descubrimiento de la cadena sociotrófica de la que formamos parte y que permanece oculta para quien no quiere darse por enterado.
Siempre hay alguien dispuesto a valorar aquello que nosotros despreciamos; a aprovechar lo que puede servirnos, a pesar de que otros decidieron que era inservible.
Tu basura, no puede ser, sino que será, mi alimento. Tus despojos mi sustento.

Y lo más hiriente para la gente de bien es que aquellos espigadores -rebuscadores-, ante los que desviamos la vista, por temor a caer fuera de las pautas sociales y entrar en la anomia, son protagonistas de hazañas que nosotros, en nuestra cortedad de miras, nunca podremos alcanzar, y que parten de algo tan sencillo como la renuncia voluntaria a las exigencias del sistema.

Dos años después del estreno de Los Espigadores, a raiz de las reacciones que despertó su documental, Agnès Varda realizó una segunda parte, más interesante todavía que la primera, pero inseparable de esta, en la que nos muestra, casi sin proponerselo, la verguenza al descubrir nuestra propia hipocresia, admirando a aquel que rebusca y antes rechazabamos, queriendo ser nosotros mismos rebuscadores aunque sólo seamos un excéntrico coleccionista de nimiedades.

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