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lunes, julio 07, 2008

De nuevo, las colas


No hace mucho comenté como Arturo Barea, partiendo de sus recuerdos sobre la fila de formación que debía de hacer en el colegio, en el Madrid de la primera década del siglo XX, aprovecha para hacer hincapié en el sentido social de las colas y como proyectan la ubicación del individuo en un mundo totalmente jerárquico y autoritario.
Hoy me encontrado en tantas cosas a Iván tragándose la cola del banco, que lejos de ser algo espontaneo, descubre horrorizado que responde a criterios totalmente estructurados.

Las colas nos acompañan toda nuestra vida. Tenemos que solicitar turno en la charcutería y luego en la cola de la caja del supermercado. En la lista de especialista y en la sala de espera en los centros médicos. la cola para reponer combustible. Luego están las ventanillas administrativas, las colas del autobus, las colas de devoción y las colas de ocio. Pero también las colas del emule y el p2p.

Todo muy bonito y muy ordenado pero, no sé por qué, la cola siempre ha sido fuente de estrés: Que si las espera, que si debería estar en otro sitio en lugar de ese, que si la perdida de tiempo, que si se me cuelan, que si me cuelo yo...

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