Difusión Difusa

sábado, junio 26, 2010

Santa Neurona

La otra noche hablando con Radiógeno, salió el tema de la Nueva Religión que tantos adictos está reclutando en el Reino de España y sus Repúblicas Federadas y que tiene en el padre Punset, durante un tiempo mero evangelizador, a su ya Sumo Sacerdote en las colonias ibéricas.

Desde que mi vecina, que es profesora de matemáticas en la universidad, se me desveló como neofita y ferviente devota de Santa Neurona, empieza inquietarme esta explicación final y perfecta a cualquier comportamiento que tan bién habían acunado, a lo largo del siglo pasado, con sus mimos y arrullos, mamá psicología y papá sociología.

Por fin, los nuevos conversos han descubierto que los niños juegan al fútbol y las niñas a las cocinitas no por el gen determinista, sino por la Santa Neurona, igual de biológica pero mucho más seria y limpia que aquel, y más fácil de integrar en la teoría general de sistemas.

En estos días he leido un artículo que cuestiona la elección racional, que es aquella que dice que las decisiones que adopta el ser humano, en función de intereses, preferencias y resultados esperados, tienen un componente totalmente egoista. El artículo, en cuestión, rebatía esto y venía a decir que, precisamente, por centrarse en el egoismo individual, la teoría de la elección racional estaba totalmente coja, porque, ¡ay amigos!, el altruismo existe y cualquiera puede relatar decisiones tomadas, no sólo de manera desinteresada, sino incluso a sabiendas de que nos iban a provocar consecuencias, sino negativas, al menos inconvenientes. No ibamos a ganar nada, sino que seguramente perderiamos algo y, aún así, optamos por esa alternativa.

Santa Neurona nos protege y rije nuestras vidas y, resulta que, el altruismo, no es un ente incontrolado, sino dominado por ella.

Así, mis nuevos amigos, son simples conexiones sistémicas recién activadas, mi Atman se encuentra ubicado en el cerebro, esperando que un depravado doctor Lecter llegue hasta él para desvelarmelo y poder alcanzar la perfección, y tu sonrisa, tu sonrisa es sólo un impulso eléctrico que chisporrotea un instante para perderse invisible mientras trata de impulsarse en su viaje hacia el hangar de mi hemisferio.

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