Difusión Difusa

viernes, septiembre 04, 2009

Hacerse el sueco ante el síndrome de estocolmo

A mí me ha ocurrido que he devorado una novela de casi 700 páginas en un fin de semana, buscando algo que no ha llegado a aparecer nunca.
Tal vez, como a muchos otros lectores y lectoras, nos hemos dejado encandilar, como debió ocurrirle al propio autor con el modelo que le inspiró, con la apariencia más superficial de la protagonista femenina, quizás añorando el proyecto de punk que fuimos y que luego se fue diluyendo o, simplemente, porque le ponían, o nos ponen, las adolescentes góticas; más aún, si tienen una capacidad de resolución que nosotros como reprimidos sociales nunca ponemos en práctica, como tomarnos la juticia por la propia mano.
Pero, a parte de eso, no he encontrado más que misterios que se resuelven con fotos borrosas caidas del cielo y con una sucesión de secuencias ya vistas en mil películas:
que si la advertencia con la gata descuartizada en la puerta de casa;
que si un francotirador torpe que persigue por el bosque al protagonista cuando este todavía no tiene ni puta idea de quien puede ser el asesino;
que si un enfrentamiento final entre el asesino afectado de incontinencia verbal y el protagonista en la cámara de los horrores del primero;
que si el periplo de la mujer disfrazada por los hoteles y bancos suizos para timar a un millonario mafioso;
que si al final se mueren todos los malos y sólo quedan los simpáticos.

Y hablando de simpatía, al menos me he podido reir a gusto con las ocurrencias de la ovejera australiana, como la de volver a su color de pelo natural, después de estarse treinta y tantos años tiñendose de rubio, para que puedan reconocerla su tío y la madre que la pario. Ese pelo querría yo.

2 comentarios:

__ dijo...

Yo no las he leído, creo que con la peli tendré suficiente.


A ver si alguien se anima a llevar a Rank al celuloide, sería el acabose....

Un placer leerte, espero que te prodigue más.

jmargen dijo...

Ayer leyendo El País he visto que L.Salander ha conquistado hasta a Vargas Llosa.